sábado, 12 de abril de 2008

El bonsái de Ovidio

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Mi exordio carecerá de falsa modestia: yo quisiera coronar las canas de mi lejana vejez con una corona de laurel trenzada por los dedos inalcanzados de Dafne. Plantaré pues, con la paciencia del jardinero enamorado que se deja acariciar y agitarse por la brisa matinal, un laurel con el que asegurar mi futuro. Será un laurel sencillo, minúsculo como una estrella. Igualmente inabarcable. Será un bonsái de menudas hojas. Un rincón de haikus inspirados en pasajes ovidianos y clásicos. Sus hojas serán frágiles a las manos del forastero. Ten cuidado al acercarte, pues es probable que no resistan una lectura crítica y exigente. Comienzo mi transgénico experimento (arriesgado es sembrar semillas mediterráneas en las arrojadas costas japonesas) con la torpeza del primerizo. Iré añadiendo sus tímidos brotes acompañados de una imagen o "haiga" de autoría propia o reelaboraciones de imágenes preexistentes. Espero que no te desagrade en exceso esta hipótesis descabellada, este inverosímil y anacrónico bonsái de Ovidio.
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